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IV.

Restauracion.

OS BELLOS PROYECTOS DEL P. HERRERO HUBIERAN

QUEDADO SIN EJECUCION, si él no hubiese dejado discípulos aleccionados en su escuela y herederos de su espíritu. Entre estos hubo misioneros insignes por su doctrina y virtud, y por una caridad verdaderamente apostólica; de los cuales unos se consagraron á fomentar la piedad en los pueblos con la predicacion y administracion de sacramentos; otros recorrieron dilatadas provincias sacudiendo de su letargo á los pecadores con fervorosísimas misiones; otros, penetrando adonde no habian osado aun penetrar las armas de los conquistadores, ni la codicia de los comerciantes, ni la curiosidad de los viajeros, anunciaron á numerosas tribus salvajes la palabra de la paz y del amor. Y de estos tuvieron algunos la gloria de coronar las fatigas de su apostolado con el laurel del martirio, asesinados por aquellos mismos á quienes esforzábanse en libertar de la peor de las muertes'.

Son estos los PP. Crisóstomo Cimini y Feliciano Morentin con el lego Fr. Amadios Bertona, asaeteados por los indios Campas en las playas del Apurimac (a. de 1852); el P. José Puigdengólas muerto de un macanazo reci

Concretándonos al Colegio, cuya historia escribimos, los hechos que vamos á referir atestiguarán que los proyectos del P. Herrero no quedaron sin ejecucion, y que sus generosos esfuerzos para sostener este baluarte de la fe produjeron en tiempo oportuno ópimos frutos de santidad y santificacion entre fieles é infieles.

Dejámos nuestro Colegio en 1834 con tres solos misioneros, á quienes acompañaban tres legos octogenarios. El P. Herrero, regresado de su primer viaje á Roma, vino á visitarlo; y entrando en él á 19 de Agosto de 1835 condolíase sobre manera (así hallamos escrito de su puño) al ver el miserable estado en que la escasez de religiosos y otras circunstancias bien notorias de los tiempos habian puesto á este pobre Colegio, en el cual no hallaba sugetos á quienes dirigir su voz, sino á unos venerables ancianos, que aunque no hubieran hecho mas que el conservar lo material del Colegio con su personal permanencia, eran dignos de toda recomendacion. Y los exhortaba á la perseverancia y paciencia hasta que variándose las circunstancias y amaneciendo dias mas serenos pudiera proveerse mayor número de operarios. Por entonces, siendo tan corto el número de los que habia conducido, apenas pudo socorrer con uno, que fué el P. Justino Rosselli genovés, enviando á otro, el P. Buenaventura Grechi de la provincia de Bolonia, á la mision de Salinas. Con esto no mejoraba mucho la situacion del Colegio.

En la segunda espedicion de 1837 logró este el refuerzo de seis sacerdotes, dos coristas y tres legos. Estos, si

bido de un cacique toba, cuyas llagas habia pocos dias antes amorosamente curado (30 de Noviembre de 1860); y el P. Pablo Emilio Reynaud degollado y bárbaramente despedazado por sus mismos neófitos en la mision de Chimanes (Mayo de 1862). Entre estos mártires de la caridad podemos contar tambien al P. Antonio Galisans, anegado en las aguas del Tulumayo (Setiem bre de 1842) mientras regresaba de administrar los socorros de la religion á unos cristianos flechados por los salvajes.

bastaban para la manutencion del convento y para el servicio de los de la ciudad y comarca que en él venian á buscar los auxilios espirituales, no sobraban para estender fuera de los recintos del claustro su accion apostólica. Sus ansias de recorrer los pueblos anunciando las verdades eternas y de lanzarse á las vecinas fronteras para llevar la luz salvadora á las numerosas familias de infieles que las habitan, quedaban reprimidas; y el fin principal, que los habia sacado del seno de su patria y traido á estos lejanos paises, no se lograba. Presentábase á su vista una mies copiosa y madura; mas no se sentian suficientes para trasportarla á las trojes del gran Padre de familia. Forzoso era convidar á otros obreros que viniesen á darles una mano: y en busca de estos, salió para Europa en los últimos dias de 1842 el P. Alfonso Corsetti.

El 3 de Mayo de 1844, se embarcaban en el puerto de Génova nueve jóvenes misioneros anhelando á anunciar el Evangelio al otro lado de los mares 1. À su arribo rejuveneció este Colegio, y, como en los primeros dias de su institucion, se sintió lleno de un nuevo vigor para volver á emprender las faenas apostólicas, que por casi seis lustros los trastornos de la revolucion habian interrumpido. En esta

1 Despues de esta espedicion, hasta la fecha en que esto escribimos, se hicieron otras cinco para reforzar el Colegio y reemplazar á los varios misioneros que iban falleciendo. Con la que llegó al Colegio el 30 de Enero de 4853 vinieron catorce sacerdotes, un corista y un donado; con la del 5 de Enero de 1860, cinco sacerdotes y tres coristas: y con la de 9 de Diciembre de 1864, quince sacerdotes, un corista y un donado. Luego, habiéndose trastornado las cosas de Italia, suprimido los conventos y prohibido la recepcion de novicios, en las dos siguientes espediciones, escaseando el número de sacerdotes, se hizo forzoso traer mayor número de coristas y tambien á algunos jóvenes seculares, que hiciesen su noviciado y profesion en el Colegio. Así, con la espedicion del 21 de Octubre de 1872, llegaron nueve sacerdotes, cinco coristas, dos legos y tres jóvenes seglares para novicios de coro; y con la última de 15 de Diciembre de 1877, vino un solo sacerdote, cuatro coristas, tres legos y cuatro seglares para novicios, los tres en el estado de coristas, y el cuarto en él de legos.

misma ciudad quisieron los nuevos misioneros inaugurar su apostolado, dando en ella una fervorosa mision; y luego pasaron á darla en los vecinos curatos de S. Lorenzo, Concepcion, Yunchará y Tomayapo. Y desde entonces hasta hoy no han cesado los apóstoles de Tarija de discurrir, de año en año, por los pueblos, derramando en ellos, como nubes fecundas, las aguas de la celestial doctrina. No hay parroquia, ni anejo, ni capilla en todo este Departamento, en donde repetidas veces no haya resonado su voz apostólica, llamando los pecadores á penitencia y sanando á los contritos de espíritu con el bálsamo de la reconciliacion. Mas, el Departamento, aunque vasto, de Tarija no era suficiente campo al desahogo del ardoroso celo que inflamaba su pecho, y así se estendieron con sus escursiones apostólicas hasta las comarcanas provincias de Cinti, Chichas, Jujui y Oran, predicando en los numerosos pueblos diseminados en ellas el reino de Dios y la penitencia para la remision de los pecados.

Las evangélicas espediciones de nuestros misioneros consiguieron, y por la misericordia de Dios consiguen aun hoy, frutos tanto mayores, cuanto mas apremiantes son las necesidades de estos pueblos. Pueden estos justamente compararse á aquellas turbas, que á tanta lástima movian el corazon piadoso del Salvador, porque estaban, dice el sagrado testo, afligidas y lánguidas como ovejas faltas de pastor.

La suma escasez de sacerdotes en estos paises, apenas permite que un solo párroco atienda á un dilatadísimo territorio, en que viven desparramadas, á largas distancias unas de otras, muchísimas familias ocupadas en el pastoreo de sus ganados, ó en el cultivo de sus haciendas. Situadas á muchas leguas de la iglesia, la mayor parte apenas asiste en las Pascuas ó dias mas solemnes al santo sacrificio; rarísima vez ó nunca oyen la palabra divina, y dejan pasar largos años sin pensar en recibir los sacramentos. De doctrina cristiana los mas saben muy mal y sin en

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