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bárbaros destruyeren para dar gusto al diablo. Ellos arruinaron la mision de Obaig; pero dentro de poco tiempo volvió el mencionado P. Llamedo con los indios de ella á reedificar el pueblo, casa é iglesia; y en los años siguientes se ha trabajado otra iglesia regular, y una casa capaz de adobe con bastante solidez; se plantó una buena chacra de algodon y otra de legumbres, y la estancia se fué adelantando poco á poco.

La misma diligencia se hizo en el Parapití. À mediados de Julio del mismo año de 1805, concluida la obra de Obaig, volvió el mismo P. Llamedo á restaurar aquella su mision. Con su modo agradable y apacible no solo atrajo á sus indios, sino que agregó á ella á todos los del pueblo bárbaro de Timboy, y formó un pueblo tan numeroso, como queda dicho en su lugar. Pasado algun tiempo hizo la poblacion en un lugar mas vistoso, trabajó en ella una iglesia de bastante capacidad y una casa con las correspondientes oficinas: despues plantó una chacra, parte de caña dulce, y lo restante para algodon y legumbres. Finalmente él y su compañero el P. Fr. Julian Diaz Canseco, ahorrando de sus alimentos y haciendo sus diligencias, proveyeron la estancia del ganado necesario. Y para poder contener con mas seguridad la furia de los bárbaros, el fuerte y destacamento, que ya se habia trasladado de Zaypurú á Pirití, se pasó á la mision del Parapití.

XXI.

Fundacion de la última mision de Cuyambuyu, su traslacion á Tariquea y lo que se trabajó en ella.

ASADA la tenebrosa noche de treinta y dos años en

que durmieron los indios bárbaros, desde la última vez que los misioneros apostólicos de este nuestro Colegio les comunicaron las luces del Evangelio, en los pueblos de Tariquea y Garrapatas de esta frontera de Tarija (de quienes se habló en el principio de estas nuestras espirituales conquistas); volvió á amanecerles el dia feliz de la predicacion evangélica, cuando ellos menos lo esperaban. Ya el pueblo de Garrapatas se habia aniquilado enteramente; ya Tariquea, con las muchas epidemias que padeció, quedó con poca gente, y esta al cabo de muchos ruegos y persuasiones de los misioneros de la mision del Rosario de las Salinas se resolvió pasar á vivir en ella; y con esto ya no quedaban en aquellos paises bárbaros sino los indios chiriguanos del pueblo de Cuyambuyu, los cuales siempre habian sido amigos de los cristianos comarcanos, y varias veces venian de paz á esta villa, y continuamente trataban con los del valle del Bermejo; pero nunca quisieron ser

cristianos, ó porque les acomodaba mas la libertad en que vivian, ó porque notaban entre los cristianos vecinos los mismos ó peores vicios, que los que reinaban entre ellos, ó porque Dios en castigo de sus maldades no quiso llamarlos al conocimiento de la verdad, á que tan obstinadamente se oponian.

En una de estas ocasiones que estos indios de Cuyambuyu salieron á este valle, se encontraron con el P. misionero Fr. Domingo Andres en el pueblo de Patcaya, quien despues de haberles manifestado mucho cariño, empezó á persuadirles que admitiesen mision en su pueblo, proponiéndoles las muchas utilidades, que les resultarian de tener allí á los PP. misioneros; finalmente, despues de haberles regalado algunas cosas, mandó que les matasen una res para que comiesen. Atraidos de este buen agrado dieron su consentimiento: vinieron á esta villa, hablaron con el señor juez subdelegado sobre esta su determinacion, y prevenidas todas las cosas, se tomó la resolucion de enviar á aquel pueblo al P. predicador apostólico Fr. José Blanco, el cual salió de este Colegio el dia 17 de Mayo de 1804; y habiendo entrado y visto aquel lugar, se salió otra vez al dicho pueblo de Patcaya, para aguardar y acompañar al R. P. guardian de este Colegio Fr. Fernando Cano, quien, como comisionado del R. P. Comisario Prefecto de misiones, quiso entrar á plantar aquella nueva mision en aquel mismo lugar donde vivian estos indios. Salió este prelado con el religioso Fr. Antonio Martinez el dia 27 de Junio, y juntos con el P. Blanco pasaron al pueblo de Cuyambuyu, no sin grandes trabajos por la fragosidad del camino y por la malísima situacion de aquel lugar.

Se halla Cuyambuyu en los 22° 21' de lat., y en los 314° 40' de long. Dista de este Colegio 28 leguas, y su sitio es el mas incómodo y perjudicial; porque, sobre estar en una angostura triste y melancólica, la mayor parte del año está lloviendo; y con los tres rios que lo rodean, y las muchas quebradas que traen bastante agua, es aquel lugar en

estremo húmedo y tan enfermizo, que sus mismos habitantes poco a poco se han ido disminuyendo, de modo que en tiempos no muy antiguos se contaban cuatro capitanes y cada uno tenia muchos soldados, y cuando estos religiosos entraron, no habia mas que cuarenta indios con sus familias. Sin embargo para darles gusto y no empezar esta fundacion con violencias, resolvieron dichos Padres fabricar allí su casa y capilla bien pobres, y se celebró la primera misa por el dicho Fr. José Blanco el dia 8 de Julio de 1804, dándole por patron y titular á S. Pedro Regalado confesor de nuestra seráfica Òrden.

No es ponderable lo que padecieron los PP. conversores en esta nueva mision. Por una parte, los molestaban algunos indios perversos, que repugnaban la sujecion, y por los malos consejos de algunos malos cristianos del Bermejo les dieron bastante que hacer y que padecer. Por otra parte, hubo muchas disputas con los comarcanos sobre las tierras que pertenecian ó debian pertenecer á la mision, y fué preciso hacer recurso á la Superioridad, para que se le asignase el terreno correspondiente. À todo esto se añadia la mala condicion de aquellos indios, que con la frecuente comunicacion con los peores cristianos habian aprendido sus vicios, ó, por decirlo mejor, fomentaron los que les son naturales; y así eran mas ociosos, mas lascivos, mas ladrones, mas borrachos y mas viciosos que ellos.

Todo esto, sin embargo de ser muy sensible, era tolerable con un poco de paciencia; pero la mala situacion de aquel lugar húmedo y enfermizo, triste y melancólico, oprimido é infestado de mosquitos, tábanos, y otros mil insectos y sabandijas, que aun á los animales no los dejaban sosegar, por cuyo motivo no se hallaba quien quisiese servir en esta mision, obligó á los PP. conversores á hacer todas las diligencias posibles para trasladarla á otra parte, que tuviese mejores proporciones. Ningun paraje podia ser mejor que la campaña de la antigua Tariquea, distante catorce leguas de Cuyambuyu, y quince de la mision del Rosario

de las Salinas. Habido, pues, el consentimiento de los indios У la anuencia de los ministros reales, se trasladó esta mision con toda la gente y haberes á dicho lugar, el dia 12 de Agosto del presente año de 1810, en que se celebró allí la misa primera, conservándole el mismo patron y titular que tenia en Cuyambuyu.

El sitio de Tariquea es llano, descampado y alegre, de un temperamento sano, y tiene tierras muy cómodas y fértiles para chacras, y puestos escelentes para los ganados. Cerca del pueblo pasa una quebrada de agua dulce, y á siete leguas hácia el N. pasa el rio que llaman de Tariquea, cuya agua es salobre. Corresponde su situacion geográfica á los 22° 5' de lat., y á los 314° 48' de long. Se plantó el pueblo en un altillo divertido: allí se fabricó de palos firmes y embarrados la casa para la habitacion de los PP. conversores con dos cuartos, corredor y oficina; y se formó el pueblo con buen órden y una plaza espaciosa. Por ahora no tiene todavía capilla formal; pero luego se pondrá la mano en su edificio, si los indios no se dejan vencer de los protervos y de su natural inconstancia.

Desde el principio de la fundacion de esta mision en Cuyambuyu hasta ahora, han recibido el santo bautismo 262; de estos murieron 170; esto es, 68 adultos y 102 párvulos, y los restantes permanecen vivos. Este pueblo tiene 184 almas, en esta forma: los cristianos adultos y mayores de nueve años son 49, y los párvulos de nueve años abajo 43; los gentiles adultos son 92, y no hay párvulo alguno sin bautismo. Los matrimonios segun el órden de la S. Iglesia son 6. Con este principio se irá trabajando, y con el favor de Dios se adelantará todo así en lo temporal como en lo espiritual, si, como dijimos, no se dejan los indios buenos vencer de los malos; porque, segun la perversidad que se repara en algunos de ellos, tememos mucho que falten á sus propósitos, arrojen á los PP. conversores, y se vuelvan á vivir sin religion en su antiguo pueblo de Cuyambuyu.

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