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XVII.

Fundacion de las misiones de Pirití y Obaig; y de lo que se trabajó en ellas.

OLVAMOS la vista á los pueblos chiriguanos de la frontera de Santa Cruz, donde dejámos al fervoroso hermano Fr. Francisco del Pilar, que valiéndose de la oportunidad que le ofreció el hambre y calamidad de aquel tiempo, se afanaba en fundar misiones para reducir aquellos miserables gentiles á la fe de Jesucristo. Ya tenia concluidas la casa y capilla de Tacuaremboti, y entre tanto que se esperaba llegase religioso sacerdote que residiese allí, pasó al pueblo de Pirití, llamado de su capitan Zacuarao, quien le pidió con ansia que les fundase mision.

Este pueblo de Pirití está á distancia de dos leguas cortas de la mision de S. Francisco Solano de Igüirapucuti hácia el S., en los 19° 42' de lat., y en los 316° 9' de long., en un campo abierto, y tierra fértil para maiz, arroz, alubias, y otros granos y hortalizas, para cuyo riego, y el socorro de sus habitantes tiene muy cerca una quebrada de agua dulce de escelente calidad. Sus indios son de nacion chiriguanos, de buena índole, pero en costumbres se asemejan á los demas.

Pasó dicho Fr. Francisco á Pirití á fines de Noviembre de 1790, y luego empezó á trabajar la casa y capilla, con la pobreza y materiales que acostumbraba, ayudándole los indios de ambos sexos con ansia de verlas luego concluidas. Las concluyó con brevedad; y llamado de los capitanes de Obaig fué inmediatamente á aquel pueblo, que dista poco, y conociendo que querian mision, señaló el lugar, trabajó la capilla, y habiendo principiado la casa que habia de servir para los PP. conversores, se marchó para la ciudad de la Plata á solicitar ornamentos y las demas cosas necesarias. Deparóle la Providencia todas las que deseaba; y con ellas vino á Pirití, donde estuvo cuidando aquella principiada mision hasta el mes de Mayo de 1792, en que llegó el P. Fr. Salvador Trujillo para hacerse cargo de ella como su conversor: y prevenidas todas la cosas, con asistencia del P. conversor de Tacurú Fr. Francisco García, del hermano Pilar y de todos los capitanes é indios del pueblo, bendijo la capilla, nombróle de patron y titular al Doctor Máximo de la Iglesia S. Gerónimo, cuya imágen colocó en el altar, y dijo la primera misa en el dia 3 de Mayo de 1792; y cada uno de los asistentes tomó el camino para sus casas, y los religiosos á los lugares de su destino.

Ya tenemos al P. Trujillo solo, pobre y con muy escasas provisiones en la nueva mision de S. Gerónimo de Pirití, cuyos indios bárbaros perecian de hambre, y los mas andaban por los montes en busca de raizes para no perder la vida en su estrema necesidad. No tenia en el pueblo mas que á 200 almas, y puso todo empeño en enseñarles las leyes del cristianismo, en instruirse á sí mismo en el idioma chiriguano, que llegó á poseer con perfeccion, y en ir recogiendo á los que andaban dispersos por varias partes. Fué tanta su diligencia, que en el mes de Setiembre

Los titulares de la actual iglesia, fabricada por un Santa Cruz, son los SS. Reyes.

cura enviado de

inmediato ya tenia congregadas en su pueblo á 403 personas de todas edades, de las cuales habia ya 110 con el santo bautismo y en los dos años siguientes llegó á juntar á todos los ausentes, que con los antecedentes completaron el número de 834 almas. No fué menos su aplicacion en adelantar la mision así en lo espiritual, como en lo temporal. Este religioso y sus sucesores, con solo el socorro de la limosna de 200 pesos que anualmente suele dar el Gobierno para sus alimentos, procuraron proveerse de las cosas necesarias al culto divino, y adquirir algun ganado para el socorro de sí mismos y de los enfermos. Todo estaba en buen órden hasta el año de 1799, en que sucedió la invasion de los bárbaros, de que hablaremos despues. Entonces tenia el pueblo 798 almas, y de estas las 173 eran cristianas; todos los muchachos y muchachas asistian con prontitud á las escuelas, misa y catequismo; y en la estancia habia un regular número de ganado. Mas, con dicha invasion se perdió todo enteramente, menos los ornamentos y vasos sagrados.

Pasada aquella tormenta y estando las cosas con disposicion de paz, se volvió á trabajar de nuevo con la misma ó mayor falta de auxilios, que en el principio; porque un año entero estuvieron aquellos misioneros sin el socorro de los sínodos, y los indios por haber estado emigrados no sembraron sus chacras, y por consiguiente unos y otros habian de trabajar sin tener de que comer. Parecia imposible, que pudiesen adelantar un paso: pero haciendo fuerzas de flaqueza, valiéndose de sus industrias, y confiando sobre todo en Dios, hicieron maravillas. Volvióse á juntar la gente, que se habia desparramado, y con los que habian. llegado en el año inmediato de 1800 que serian 602 almas, se fué fabricando de nuevo todo el pueblo, la iglesia, casa de los PP. conversores, escuelas y demas edificios, con mejor órden y con tanta velocidad, que á principios del año de 1801 ya todo estaba concluido. Luego se volvieron á entablar los ejercicios de enseñanza y educacion, y se

fueron haciendo las diligencias para adquirir algun ganado y adelantar la mision.

Actualmente tiene este pueblo 1082 almas en esta forma: los cristianos adultos de nueve años para arriba son 394 y los párvulos hasta nueve años 343; los gentiles adultos son 331, y los párvulos 14. Los matrimonios segun el rito de la Iglesia son 123. Desde su fundacion recibieron el santo bautismo 1478, de los cuales murieron 705; es á saber, 346 adultos y 360 párvulos: debian haber quedado vivos 772; pero de estos se hallan 35 menos, y por esto no hay sino 737 cristianos.

Mision de Obaig.

À legua y media de la antecedente hácia el S., y en los 19° 45' de lat., y 316° 6' de long., está la mision de San Diego de Obaig (ó, como otros mejor dicen, Ibaig), en un llano ameno, rodeado de bosque que solo sirve para leña tiene una quebrada de agua buena cerca del pueblo; y en toda la llanada de la parte del E. está sin ella. El terreno es igualmente fértil que los otros inmediatos: sus indios son chiriguanos, en todo semejantes á los demas. Este pueblo tenia antes mas de 1300 almas; pero con la peste de las viruelas y el hambre general que padecieron desde fines de 1789 hasta todo el año de 1793, se disminuyó mucho, y hubo ocasion que apenas quedaron doce personas, andando los demas por los montes en busca de raizes para atajar la muerte.

Ya se insinuò arriba, que á fines del año de 1790, despues de haber concluido la capilla y casa de Pirití, fué Fr. Francisco del Pilar al pueblo de Obaig, llamado de sus capitanes para que les fundase mision. El tiempo era calamitoso, y parecia temeridad fundar misiones en pueblos sin gente, y sin tener bastantes comestibles para alimentar á los que morian de hambre. Por este motivo no hizo allí mas que la capilla, y dejando principiada la casa, se fué

á la ciudad de la Mientras estuvo en

Plata à solicitar las cosas necesarias.

este pueblo s le juntaron como 400 almas; pero en su ausencia murieron cosa de 300. Tal era el estrago que hacian las viruelas y el hambre.

Llegó pues Fr. Francisco de aquella ciudad con algunas provisiones, y se quedó en Pirití, como dijimos. Por los meses de Mayo, y Junio de 1792 ya se habian juntado en Obaig 200 personas; y deseando que se les entablase la mision, el R. P. presidente de misiones Fr. Fernando Senderos determinó enviarles al religioso lego Fr. Manuel Dávila, que estuvo en Iti; y este buen religioso en los seis meses que residió en aquel pueblo, enseñaba la doctrina cristiana á los sanos, y bautizaba á los que estaban en peligro de muerte. Entre tanto el hermano Pilar, volando en alas de su celo, volvió á la ciudad de la Plata, para solicitar la licencia y socorros necesarios; y habiéndolo conseguido todo, salió de aquella ciudad á principios de Febrero de 1793 con varias alhajas de iglesia y sacristía, y una campana grande, con íntimos deseos de celebrar cuanto antes el estreno de esta mision. Ya el mencionado P. Fr. Salvador Trujillo estaba en ella de conversor, y en el dia 31 de Marzo de 1793, en que cayó el Domingo de Resurreccion, bendijo la capilla, nombrándole por patron y titular á S. Diego de Alcalá, y cantó la misa primera con asistencia de otros religiosos vecinos y de todos los indios del pueblo.

Desde entonces se fué este aumentando con los que volvian de los montes; y el referido P. misionero se esmeraba en su ministerio apostólico, distribuyendo entre sus indios, no solo el pan de doctrina y la leche y panal de la palabra de Dios, sino todo lo que tenia de comestibles, quedándose en los brazos de la Providencia. Al mismo tiempo con la limosna de los 200 pesos anuales, que el Gobierno le daba para mantenerse y otras diligencias personales iba formando una estancia de ganado, y se proveia de algunos animales. Todo iba con aumento. En el año de

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