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gunas almas para Dios: bautizó mas de cien párvulos, que sus padres le presentaron, de los cuales murieron catorce, y tambien á un viejo, que prontamente espiró. Aparecieron en aquel lugar cuatro indios Tobas; y rezelándose el religioso que podian hacerle alguna traicion, tuvo por bien salirse de aquel pueblo. Todos mostraron gran sentimiento de su partida; pero es preciso venerar los juicios de Dios.

Tomó el rumbo por el valle de Abatire, en que viven muchos infieles, y por todas partes salian los indios con sus criaturas para que las bautizase; y bautizó sesenta y siete. Pedíanle que hiciese llover; y les dijo, que lo pidiesen á Dios y á Maria Santísima por medio de aquellas criaturas, que por el bautismo, que habian recibido, eran hijas suyas y agradables á sus ojos; y no dejarian de oirlos y socorrerlos, pues son poderosos y benignos para los que piden y confian en ellos. Así lo pidieron, y aquella misma noche, que era sábado, llovió. Siguió su viaje; llegó á la parroquia de Sauces; y despues de varios acontecimientos, fatigas y trabajos, entró en la ciudad de la Plata, donde se presentó á la R. Audiencia, dando cuenta á Su Alteza de la buena disposicion, en que se hallaba la nacion chiriguana de abrazar la fe y religion cristiana; de lo que él habia obrado y esperimentado en el valle de Guacaya, y de los vivos deseos que tenian de que les edificase una capilla, para honrar y venerar en ella á la Madre de Dios; pidió para ello su beneplácito y los socorros necesarios: y con esto concluyó sus tareas apostólicas, porque á poco tiempo de haber hecho esta representacion, le acometió una aguda enfermedad, de la cual murió en el dia 7 de Enero de 1767.

Por este inopinado fracaso se frustró la conversion de aquellos indios de Guacaya, Machareti, Tarairí y otros pueblos inmediatos; y no fué posible seguir esta empresa por entonces, porque sobre estar este Colegio escasísimo de operarios, teníamos entre manos la conquista de Pilipili y Acero (de que se habló en los parágrafos antecedentes), y al mismo tiempo se nos hizo entrega de la mision de las

Salinas, que dejaron los PP. Jesuitas por su espatriacion (como diremos en el parágrafo siguiente): y así quedaron aquellos indios en sus antiguas tinieblas hasta el año de 1790, en que se les enviaron otros dos misioneros; pero sin más fruto que él de sus padecimientos, como diremos aquí con anticipacion y brevedad, para no interrumpir el hilo de esta conquista.

El Guardian y Discretorio de este Colegio, compadecidos del estado miserable de aquellos bárbaros de Guacaya que habian dado tantas señales de vocacion al cristianismo, determinaron mandarles á dos misioneros de probidad, para que los instruyesen, y perfeccionasen los deseos que en otro tiempo manifestaron. Para el efecto salieron los PP. Fr. Joaquin Beltran y Fr. Francisco Mendiola el dia 11 de Julio de 1790 para las Salinas, con el ánimo de pasar prontamente al valle de Guacaya, ignorando lo que habia pasado entre los indios y algunos ganaderos de la frontera. Despues de su partida, llegó a Tarija la infausta noticial de que entre los dichos hubo una fuerte contienda, y que los indios infieles habian muerto á dos cristianos, y robado trescientas reses de los fronterizos. Con esta noticia quiso el Guardian atajar á dichos religiosos; pero ellos ya estaban metidos en los pueblos bárbaros del Pilcomayo, y nunca tuvieron noticia del peligro en que se ponian, hasta que lo esperimentaron. Los ardientes deseos que tenian de convertir aquellas almas les servian de alas para volar y llegar prontamente à aquel pais. Llegaron el dia 26 del mismo mes al pueblo de Tieazija de dicho valle de Guacaya, y fueron bien recibidos de sus naturales: el dia 28 fueron visitados de los capitanes de los pueblos vecinos de Tentaybate y Aguairenda, prometiéndoles admitir mision, y obligándose al dia siguiente hacerles casa y despues la capilla.

¿Quien no pensara que estos eran unos bellos principios para lograr la conversion de aquellos infieles? Pues no fué sino una maliciosa astucia para sorprenderlos, y una capa

dorada para encubrir sus perversas intenciones; porque al dia siguiente, apenas salió el sol, todos los indios de los dichos tres pueblos cayeron sobre los misioneros, y les quitaron cuanto tenian; y viendo ellos que su vida estaba en gran peligro, salieron en cuerpo, tomaron caminos estraviados, anduvieron dia y noche por lugares solitarios, y queriéndose refugiar en un pueblo que tenian á la vista, media legua antes de llegar á él salieron algunos indios tan crueles, que los desnudaron é intentaron matarlos, como que ya el uno iba á descargar la lanza sobre el P. Mendiola, lo que estorbó, con un valoroso grito que le dió, el P. Beltran; y por último, despues de muchos esfuerzos, apenas pudieron conseguir que les dejasen la túnica interior para no andar en vivas carnes; y con esto pudieron zafar de tan manifiesto peligro. Viéndose ya libres de estos inhumanos salteadores, siguieron su fuga, siempre con el susto de caer en manos de los que los perseguian, padeciendo frio y calor, hambre y sed, cansancios y fatigas; y á los siete dias de estos trabajos llegaron á la mision de las Salinas, y el dia 20 de Agosto del mismo año entraron en este Colegio.

VI.

Fundacion de la mision de las Salinas, y lo que trabajaron nuestros misioneros en su conservacion y adelantamiento.

ESDE el año de 1690 trabajaron los Padres de la Compañía de Jesus en la conversion de los indios, que poblaban los amenos y fértiles valles de las Salinas1. Lograron primero juntar en una pequeña mision á algunos Mataguayos; pero por la inconstancia de estos, y por las hostilidades de los chiriguanos tuvo varios altos y bajos. Ya se perdia, ya se levantaba; ya estaban los Mataguayos solos, ya se juntaban con ellos varios Chiriguanos, hasta que por los años de 1739 pudo el P. José Pons fundar en el valle de abajo, la mision de Nra. Sra. del Rosario, que permaneció sin interrupcion en poder de los dichos Padres hasta el año de 1767, en que fueron espatriados, y fué entregada á la direccion de los franciscanos de este Colegio.

1 Antes y al mismo tiempo que los Jesuitas, se ocuparon tambien en la conquista de los Salineros los franciscanos, domínicos y agustinos. (V. Preliminares S IV. pag. 61 y 65, y Apéndice K).

2 V. Apéndice L.

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