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trabajo huyan, y abandonen la religion. Sin embargo de esto, la mision siempre ha ido de aumento así en lo espiritual, como en lo temporal. Desde el año de 1767, en que se fundò, hasta ahora recibieron el santo bautismo 1397, y murieron con él 301 adultos y 700 párvulos. Su estado en la actualidad, así de los que nacieron en los dos pueblos ya unidos, como de los que se les agregaron de otras partes, es el siguiente. Los cristianos adultos así casados, como solteros de nueve años para arriba son 362 y los párvulos de nueve años para abajo son 110. Los gentiles adultos son 4 y los párvulos son 5. Los matrimonios segun la iglesia son 128, y el nú mero total de almas asciende á 481.

V.

Otras laboriosas empresas de nuestros misioneros

en las tierras de infieles.

IENTRAS nuestros misioneros trabajaban con tantas fatigas en Pilipili y Acero, el P. Fr. Baltasar de San Tadeo, individuo de este Colegio, ganó la delantera y se internó hasta el centro de los Chiriguanos, para registrar sus terrenos y esplorar sus voluntades. Pasó por el valle de Ingre, donde habitan muchos indios infieles; exhortólos á que abrazasen la única religion, que podia darles una eterna felicidad, creyendo en Jesucristo y siguiendo su santa ley y aunque no prendió en ellos el grano de la divina palabra, por ser una tierra áspera y llena de malezas por los vicios y libertad en que estaban connaturaliza

dos; sin embargo, consiguió bautizar á varios párvulos moribundos, y á dos adultos cercanos á la muerte, despues de haberlos instruido y preparado con la debida disposicion. Esta es la empresa, que hizo este religioso el año de 1759; y no siguió mas adelante, por considerar que estaba aquella tierra muy dura, y que seria trabajar en balde.

No fueron así los indios, que habitaban en el dilatado valle de Guacaya, que está todavia mas retirado hácia el

E., y dista de este Colegio unas setenta leguas. Para conquistar aquellos gentiles chiriguanos y chaneses que vivian en aquel pais, divididos en doce ó trece pueblos, no pudo haber sugeto más al propósito, que el P. Fray Miguel Gerònimo de la Peña, natural del Paraguay y muy versadó en el idioma guaraní, que en sustancia es el mismo que usan los Chiriguanos. Quiso este religioso tener parte en nuestro apostólico ministerio, y para conseguirlo se incorporó á este Colegio. Vistas sus buenas cualidades, mandóle la santa obediencia, que fuese á ejercer dicho ministerio entre aquellas gentes incultas, rotas y despedazadas : y habiendo tomado la santa bendicion, salió el dia 15 de Setiembre de 1765, acompañado de siete indios chiriguanos gentiles, que por causalidad se hallaban en esta villa y eran naturales del referido valle de Guacaya, á donde dirigió su viaje, y llegó á su primer pueblo el dia 24 del mismo mes, con mucha alegría de sus habitantes, y se quedó en él hasta el 4 de Octubre, en que pasò al valle de Machareti, donde querian detenerlo; pero él siguió su camino hasta llegar al pueblo de Tarairí, en que vivia el capitan principal de todo aquel valle, y se mantuvo allí diez y nueve dias. Al otro dia de su llegada, como les dijese que los indios del Paraguay eran parientes de ellos, y que en el estado de cristianos lo pasaban muy bien, entraron en deseos de verlos, y lo llevaron al rio Pilcomayo, que distaba seis leguas, para que viese si se podria navegar. Lo registrò, y les dijo, que bien podria navegarse; pero que en el tránsito muy dilatado habia muchos Tobas, Guaycurús y otras naciones bravas, que se lo habian de impedir. À los dos dias regresó á dicho pueblo; y allí corrió mucho peligro su vida por hallarse agraviados de él unos indios, que vinieron de un pueblo que hay á la salida de Guacaya, llamado el Algarrobal.

Fué el caso, que al llegar del rio al pueblo y casa de dicho capitan grande, encontró á una china 6 india soltera tenida por hechicera ó bruja y deshacedora de hechizos,

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que trajeron de dicho Algarrobal con el fin de que hiciese llover; pues habia mucho tiempo que se habian suspendido las aguas, y ellos lo atribuian á los hechizos, que decian habian puesto los españoles. Preguntaron, pues, los del pueblo al religioso, que cuando lloveria? Y él, estando presentes seis indios que habian traido á la hechicera, les respondió, que lo preguntasen á la china, supuesto que la habian hecho traer para quitar los hechizos, que atribuian á los españoles; pues ella lo sabria mejor que él ; y de no, que lo pidiesen á sus dioses, en caso los tuviesen, porque su Dios estaba enojado con ellos, porque creian en los embustes de la dicha india. Aquí se enfervorizó; les hizo ver con evidencia, que todo lo que la bruja les decia era un puro engaño y mentira : y todos los de aquel pueblo, que se hallaban presentes, dijeron que era así. De esto tomaron sentimiento los indios, que acompañaron á dicha india; y manifestándose agraviados, le preguntaron ¿ si les tenia miedo? A lo que contestó, diciendo: Yo solamente temo á mi Dios, que es el único, que puede quitarme la vida; pero no á los Chiriguanos, aunque todos viniesen contra mí. ¿No estais viendo, que he tenido valor para pasar por medio de ellos, sin que alguno me dañara? Si hay pues algunos que no me quieran, diganme el motivo, que tienen para ello. Y dicho esto, se retiró. Los mencionados indios se fueron con la hechicera muy enojados, y la noche del once de Octubre se dispusieron para matarlo. Con esta noticia se asustó el capitan grande; lloraban todos los de su familia; su hermano, como de más valor, juntó gente para impedir la muerte intentada; todos estuvieron sobresaltados, menos el misionero que tenia puesta toda su confianza en Dios, y no quedó burlado; porque toda la tormenta paró en viento, y nada se ejecutó de lo que aquellos perversos habian maquinado.

Preguntóle un dia el capitan: ¿ cual era su Dios? Y él le respondió con espíritu apostólico: Mi Dios es un Ser supremo y tan eminente, que no hay palabras con que

y

esplicarlo. El es él que crió el cielo y la tierra, el sol, luna y estrellas, y todo lo que tú puedes imaginar de grande y magestuoso é infinitamente más. No tiene principio, porque siempre ha sido, y nunca tendrá fin, porque jamas podrá faltar. Aquí le esplicó las perfecciones de Dios y sus atributos; las maravillas que habia obrado en el mundo; los misterios de la encarnacion del Hijo de Dios, su muerte y resurreccion, y la redencion del linage humano. Instó el capitan, que él quisiera ver á un Dios tan grande y el P. misionero le dijo, que Dios no podia verse con estos ojos de carne, sino solamente en alguna imágen, que nos hiciese venir en conocimiento de lo que es, y de lo que hizo por nosotros. Replicóle, que siquiera le mostrase su imágen: y entonces fué el religioso, y trajo la imágen de nuestra Señora de Belen: descubrióla, y le esplicó todo aquel misterio; haciéndole conocer, que aquella Señora era la Madre de Dios, y que aquel precioso Niño, que tenia en pañales, era el mismo Dios hecho hombre por nuestro remedio. Inmediatamente se postró el indio; y como bárbaro que solo conocia y apetecia los bienes sensibles de este mundo, empezó á pedirle á la Santísima Vírgen, que le diese larga vida con buena salud y prosperidad, y mucho maiz para tomar chicha. Luego se levantó, fué á su casa, trajo un baston y lo entregó á nuestra Señora, diciéndole, que ella habia de ser la capitana de toda su gente, y que la queria tener en su casa. À esto respondió el misionero, que no podia estar aquella gran Señora donde habia tanto fuego y humo á lo que contestaron todos, que le harian una casa á parte, y para su construccion se comprometian todos, unos á cortar maderos, otros á traer caña, las chinas ó solteras á acarrear agua, y los muchachos se ofrecian con mucha alegría á hacer todo lo que el religioso les mandase. Muchas veces le instaron, que se pusiese luego en ejecución: pero, como los fervores repentinos suelen apagarse pronto. quiso el Padre misionero entretenerlos, dándoles esperanzas para tiempo mas oportuno. Entre tanto procuró ganar al

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