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EL FALLECIMIENTO DEL SEÑOR DON MANUEL DE AZPÍROZ, EMBAJADOR DE MÉXICO.

A las cuatro y cuarenta y tres minutos de la tarde del 24 del corriente mes de Marzo falleció en su residencia en Washington el Señor Don MANUEL DE AZPÍROZ, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México en los Estados Unidos de América.

Este triste acontecimiento deja un vacío en el cuerpo diplomático acreditado en este país, y en el Consejo Directivo de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, que será difícil de llenar.

No fué, sin embargo, inesperado tan funesto suceso. De mucho antes se temía, con sobrado fundamento, como desgraciadamente se ha demostrado, que el distinguido personaje, agobiado por dolencias que la ciencia médica escasamente podía combatir, tendría en breve que pagar el tributo que todos debemos á la naturaleza. Y tanto se contaba con este desenlace, que convocada una reunión extraordinaria del Consejo Directivo de esta Oficina para el mismo día 24, cuando aún vivía el Señor AZPÍRoz, ocurrió al Señor Presidente del mismo, cuerpo, como se verá por el escrito que acompaña á este artículo, suspender el acto explicando en elocuentes y sentidas palabras la razón de este hecho.

Tan pronto como llegó á noticia del Señor Presidente de los Estados Unidos de América el fallecimiento del Señor AZPÍROZ, se comunicó por telégrafo con el Señor Presidente de México, enviándole el siguiente despacho:

"Al Presidente Díaz,

"Capital de México:

"En nombre de mis conciudadanos y en el mío propio, doy pésame sincero por la muerte del Embajador AZPÍROZ.

"THEODORE ROOSEVELT."

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El Señor Secretario de Estado Interino envió también este despacho:

Embajada Americana, Capital de México:

"El Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos deploran sinceramente la pérdida que sufre México con el fallecimiento de su Embajador, que en su trabajo con nosotros se había ganado la estimación y buena voluntad de todos.

"ADEE, Secretario interino."

El Señor ASPÍROZ había nacido en Puebla, en la República mexicana, el 9 de Julio de 1836, y dedicádose después de los estudios adecuados al caso á la profesión de abogado, que sólo abandonó temporalmente cuando las exigencias de la causa republicana en su país nativo le obligaron á tomar las armas. Fué uno de los que acompañaron hasta Chihuahua al Gobierno del Señor Presidente JUAREZ, á quien sirvió en multitud de ocasiones encargándose de delicadas misiones. Llegó á adquirir en el ejército el grado de Teniente Coronel, y en 1867 asistió al memorable sitio de Querétaro en calidad de Ayudante de campo del General Don MARIANO ESCOVEDO. Por nombramiento de este Jefe funcionó como Fiscal en la causa que el mismo General mandó formar al Archiduque MAXIMILIANO de Austria, que cayó prisionero en la ciudad mencionada. Terminada la guerra, fué nombrado (Agosto de 1867) Subsecretario de Relaciones Exteriores, en cuyo puesto permaneció largo tiempo, siendo llamado varias veces á desempeñar interinamente la Secretaría.

En 1872 vino á Washington con el carácter de abogado de México en la Comisión mixta de reclamaciones mexicanas. y americanas, que había creado el tratado de 4 de julio de 1868 entre México y los Estados Unidos de América, reemplazando en tan distinguido puesto á Mr. CALEB CUSHING, que lo había desempeñado desde el principio, y que lo renunció por haber sido llamado por su país á servir otros destinos. En 1873 dejó el Señor AZPÍROZ su posición en Washington para tomar el puesto de Cónsul de México, en San Francisco, de California. En Marzo 30 de 1899 volvió á la capital de los Estados Unidos de América con el carácter de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario, siendo el primero de su país que funcionó con este título.

Los servicios del Señor AZPÍRoz en la política y la administración de México fueron notorios y apreciados. Los prestó con el carácter de Senador de la Unión, en 1867, de Secretario de Hacienda de su Estado en 1883, y en otros conceptos.

Fué Catedrático de Derecho civil mexicano en el Colegio del Estado de Puebla, y ha dejado varias obras, entre las cuales ocupa un lugar distinguido la denominada "Código de Extranjería de los Estados Unidos Mexicanos."

OFRENDA DE RESPETO AL SEÑOR DON MANUEL DE AZPÍROZ, EMBAJADOR DE MÉXICO.

Se había invitado para una junta, á las tres de la tarde del 24 de Marzo corriente, á los Señores que componen el Consejo Directivo de la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, y estando ya reunidos á este efecto, como es de costumbre, en el Salón de Recepciones Diplomáticas del Departamento de Estado, en número suficiente para tomar acuerdo, varios de los Señores invitados, ocupando la presidencia, como es de rúbrica, el Jefe del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, que lo es ahora el Honorable Señor A. A. ADEE, con el carácter de Secretario interino, en ausencia del Honorable Señor JOHN HAY, pareció oportuno al referido Señor Presidente antes de tratar ningún asunto llamar la atención de la junta al estado en que, según las últimas noticias, se encontraba el Señor Embajador de México, proponiendo que la sesión se suspendiese en testimonio de respeto y simpatía hacia el ilustre enfermo.

Estas fueron las palabras del Señor ADEE:

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Después de haberse enviado las invitaciones para esta sesión especial del Consejo ha ocurrido un triste cambio que debe influir en nuestros procedimientos. El Señor Embajador de México está, según se me informa, á punto de expirar. Sus médicos no abrigan sino muy pocas esperanzas. Su prominencia en nuestros consejos, el lugar que hubiera ocupado aquí hallándose presente, y el respeto y el amor que todos sentimos por el digno enfermo, me determinan á proponer que suspendamos esta sesión, aplazándola para cuando se señale en la nueva invitación que al efecto se extienda por el Director interino. Mucho me alegraré si esta proporción mía es aceptada por el Consejo." La proposición del Señor ADEE fué aceptada unánimemente.

Los Señores que estuvieron presentes, sin contar con el Señor Presidente, fueron: El Señor J. N. LÉGER, Ministro de Haití; el Señor Don JOAQUÍN BERNARDO CALVO, Ministro de Costa Rica; el Señor Don LUIS F. COREA, Ministro de Nicaragua; el Señor Don JOAQUÍN WALKER MARTINEZ, Ministro de Chile; el Señor Don EDUARDO ACEVEDO DIAZ, Ministro del Uruguay; el Señor Don JORGE MUÑOZ, Ministro de Guatemala; el Señor Don ALFREDO DE M. GOMES FERREIRA, Ministro del Brasil; el Señor Don CARLOS E. ZAVALIA, Encargado de negocios de la República Argentina; el Señor Don EDUARDO PEREZ TRIANA, Encargado de negocios de Colombia. Asistió también á la reunión el Señor WILLIAMS C. Fox, Director interino. de la Oficina. Los Señores Encargados de negocios de Ecuador y Venezuela estuvieron representados por poder.

DISCURSO

PRONUNCIADO POR EL SEÑOR PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA AL TOMAR POSESIÓN DE SU ALTO PUESTO EL 4 DE MARZO DE 1905.

CONCIUDADANOS: No hay pueblo alguno sobre la tierra que tenga mayor razón que el nuestro para sentirse agradecido-y esto lo digo, no en un espíritu de jactancia por razón de nuestro poderío, sino en acción de gracias al Dispensador del Bien, por que le plugo bendecirnos, colocándonos en condiciones que nos han permitido alcanzar tan gran medida de bienestar y felicidad. A nosotros, como pueblo, nos fué concedido poner los cimientos de nuestra vida nacional en un continente nuevo. La herencia de los siglos pasados nos ha sido trasmitida; y pocas son las ocasiones en que hemos tenido que pagar las penalidades que la mano muerta de una civilización que pertenece al pasado impone todavía en los países viejos. Para mantener nuestra existencia no nos hemos visto obligados á luchar con una raza extranjera; pero nuestra vida ha requerido exhibiciones de vigor y esfuerzo, sin los que hasta las virtudes mas viriles y enérgicas, se marchitan é inutilizan. Dadas estas circumstancias, hubiera sido culpa nuestra no haber triunfado. Pero el triunfo conseguido hasta ahora, y el que esperamos con confianza continuar consiguiendo en el futuro, deberán inspirarnos no un sentimiento de vanagloria, sino el vivo deseo de conocer mejor y apreciar todo lo que la vida nos ha ofrecido, junto con el reconocimiento pleno de la responsabilidad que nos incumbe, y la fija determinación de demostrar que un pueblo fuerte puede prosperar mejor, bajo un gobierno libre, así en lo que se refiere á las cosas del cuerpo como en lo que atañe á las del alma.

Mucho se nos ha dado, y mucho es justo que se espere de nosotros. Tenemos deberes para con los demás, y los tenemos también para con nosotros mismos, y ni los unos ni los otros pueden ser esquivados. Hemos llegado á ser una gran nación, y por el hecho de esta grandeza, nos hemos visto forzados á entrar en relaciones con las demás naciones del mundo, teniendo así que conducirnos cual corresponde á un pueblo sobre el que pesan semejantes responsabilidades. Con todas las demás naciones, grandes ó pequeñas, nuestra actitud deberá ser de cordial y sincera amistad. No con palabras solamente, sino con hechos, debemos hacer ver que ardiente y sinceramente deseamos obtener su buena voluntad, tratándolas en un espíritu de justo y generoso reconocimiento de todos sus derechos. Pero la justicia y la generosidad en una nación, como en un individuo, tienen más peso, cuando se muestran, no por el débil, sino por el fuerte. Tendremos siempre gran cuidado en no agraviar á los demás; pero es también nuestro deber vigilar con no menor empeño en que nadie nos agravie á nosotros. Queremos paz, pero es la paz de la justicia, la paz de la rectitud. Y la queremos no

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