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tàn en la agonia de la muerte, y por las Almas del Purgatorio. Luego fe retiraba cada uno à dormir en su cabaña. Se renovaba cada noche tres ve ces la Centinela, y por fu turno hacian los Españoles la ronda, para vèr fi hacian su deber las Centinelas, y Guardas de las Canoas. Una hora antes de falir el Sol, daba el Capitan, difparando un fufil, la señal de levantar, y le tocaban los TamboTrompetas, y demàs Inftrumentos de los Indios. Entretanto prevenia yo el Altar para celebrar el Santo Sacrificio de la Missa; y estando todos de rodillas, hacia la feñal de la Cruz en la Lengua del Inga, los Mandamientos de la Ley de Dios, y de la Iglesia, los fiete Sacramentos, y un refumen de la Fieftas Doctrina Chriftiana. En los Domingos, y les hacia una platica, y luego les decia Miffa, y cantaban los Indios cànticos efpirituales, relativos à todas las ceremonias. Acabada la Missa, nos embarcabamos, y hafta las diez proseguiamos nueftro viage: entonces iban à tierra los que cuidaban de la comida, provéyendonos abundantemente la Pro videncia, por medio de los cazadores, y pefcadores.-

En fin, defpues de tres femanas de navegacion, llegamos à vista del Pueblo de los Payaguas. Luego que nos viò el Padre Coronado, y los Indios Compañeros, que estaban en continuos fuftos, nos miraron como Angeles baxados del Cielo, que veniamos à fu focorro, y manifeftaron fu gozo faludandonos con dos tiros de fufil. Les refpondimos con ficte, y con el eftruendo de los Tambores, Trompetas, y Cornetas de los Indios. Para prevenir toda confusion en el desembarco, mandò el Capitan que yogaffen las cinquenta Canoas à

fuer

fuerza de remo à la ribera opucfta, y abanzaffen mucho mas allà de la Poblacion contra la corriente que abordaffen todas juntas, fegun fu fila, y poniendo pie en tierra, marchaffen los feis Efpañoles à la frente de los Indios, à ponerse en orden de batalla en medio de la Plaza, que està enfrente de la Iglefia. Nos efperaba con Capa de Coro el Padre Coronado; y haviendonos conducido à la Iglefia, y prefentadonos agua bendita, entonò el Te Deum en accion de gracias, y lo continuaron los cantores Indios al fon de fus Tambores, y Trompetas.

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Entretanto eftaba nueftro pequeño Exercito fobre dos Lineas en orden de batallà. El buen orden, con que entramos en el Pueblo, espantò à los Payaguas, que nunca havian visto cosa semejante, y los confternò à todos. Vinieron temblando de miedo fus Caciques, y muchos otros, à echarfe à mis pies, y à rogarme, que intercedieffe por ellos. Los hice levantar, y los animè, dandoles à cono, que nada fe queria hacer contra ellos; y que está Tropa de Guerreros havia venido à fus tierras para caftigar à los Iquiavates fus vecinos, que con la mas infame perfidia, havian manchado fus crueles manos en la fangre de un Efpañol, à quien ellos mismos havian pedido con inftancias que no tuvieffen miedo, que profiguieffen fiendo dociles à las inftrucciones de fu Mifsionero , y que ferian fiempre los Efpañoles fus protectores, y amigos. Quedandonos todavia quatro dias de camino para llegar à los fquiavates; y fiendo de temer, que fi tenian los Barbaros el menor foplo de nucftra llegada, tomaffen la huida, y entraffen pog

los

los efpefos Bofques, en los quales feria dificulto fo alcanzarios, refolvimos no quedar mas de dos horas con los Payaguas, para dar lugar à nueftro Exercito de tomar un bocado. Me aprovechè de efte tiempo para tratar con el Padre Coronado. Nos confeffamos el uno al otro; fuè para el Padre de mucho confuelo, porque havia mas de un año, que no havia visto Missionero alguno; y no lo fuè menos para mì, porque eftaba en vifperas de una expedicion peligrofa, y queria cftar prevenido à qualquier acontecimiento.

Defpues de comer nos embarcamos, y al quarto dia nos hallamos en la boca de un Rio pequeño, que fe echa en el Napo, deide donde havia una legua al Pueblo de los Iquiavates. Al amanecer entramos en este Rio con gran filencio, y con las precauciones neceffarias contra las diferentes ef tratagemas, de que fe valen los Barbaros. Una de fus aftucias es emboscarfe en la entrada de los Rios pequeños, y teniendo medio cortados los mas grueffos arboles, dexarlos caer fobre los navegantes. De efta eftratagema fe valieron pocos años hà los Dariens àzia Panamà contra los Inglefes. Para navegar, pues, con mas feguridad, hicimos marchar cinquenta Indios fobre las dos orillas del Rio, veinte y cinco à un lado, y veinte y cinco al otro. Estando todo pacifico, y no defcubriendose Infiel alguno, abanzamos con quietud azia el Lugar. Prohibiò entonces el Capitan, debaxo de las mas rigurofas penas, que fe mataffe à alguno de los Infieles, fi no fueffe defendiendo fu propria vida,y que fe contentaffen con hacerlos prilioneros. Mandò luego, que cada Español, à la frente de cinquenta

Indios, entraffen en el Lugar por cinco parages die ferentes. Yo quedè en las Canoas con un Efpañol, y cinquenta Indios.

Fuè muy bien executada efta orden. Se unieron los cinco Deftacamentos enmedio de la Plaza, fin encontrar con Earbaro alguno : fe havian huido por la mañana con tanta precipitacion, que dexaron la lumbre encendida, y la mayor parte de las provifiones en fus cafas. Refuelto el Capitan à seguir à los fugitivos, mandò à los fuyos, que tomaffen un corto refresco.Me dexò en el Quartèl con dos Efpañoles,y cien Indios; y en perfona,con dos, ò tres Indios, ò dos, ò tres guias, que le conduxeffen à los bosques, partiò à medio dia, figuiendo las huellas de los Barbaros. En efte intervalo fortificamos nuef troQuartèl,lo mejor que nos fuè pofsible,contra toda forpreffa. A las ficte de la tarde, porque aqui fon fiempre iguales los dias, y las noches, vimos llegar un partido de Chriftianos con algunos Infieles, que tenian las manos atadas, y lo estaban ellos mifmos de dos en dos. Eftaban enteramente defnudos las mugeres, y los niños. Embiè al punto un expreffo al Mifsionero de los Payaguas, rogandole, que me embiaffe cien varas de coronìa, con que los hice cubrir. Cubrian los hombres la mitad del : cuerpo con una tunica en forma de dalmatica, hecha de una corteza, que llaman Tanchama. Se halla un pedazo de ella en el gavinete de nueftra Libreria de Douay.

Luego que fe pufieron los Barbaros en mi prefencia, fe arrodillaron , y me dixeron deshaciendofe en lagrimas: Somos tus efclavos: alcanzanos gracia de los Españoles; no nos dèn la muer

te, por quanto hemos yà ajufticiado aquel que matò al Español, que nos havia embiado el Padre de los Payaguas. Les refpondi, que podian cftar feguros de la gracia que pedian : que no havia venido à fus bosques à hacerlos Efclavos, fino y à hacerlos hijos de Dios, Criador del Cielo, de la Tierra, y que muriò para darnos la vida: que fi querian oirme, los inftruirìa con las verdades eternas, y por medio del Bautismo les procu raria la dicha mayor, à que podian afpirar, poniendolos en el camino que lleva al Cielo. Finalmente, que nada tenian que temer, que nada les faltaria; pero que le guardaffen bien de buscar medios de huirfe, que no podria detener los fufiles de los Españoles, de donde havian visto salir el rayo, y el trueno. De efta exprefsion fe firven los Barbaros, quando hablan de nueftras armas de fuego. Cobraron animo con este corto difcurfo: los 'hice fentar como estaban de dos en dos, y fe les diò de cenar. El Español de guardia pufo centinelas al rededor de los prifioneros, y en las quatro efquinas del Quartèl; y yo me retirè à mi tienda à tomar un poco de descanfo.

por

El dia figuiente, à medio dia, bolvieron los otros tres Destacamentos con una tropa de ochenta fugitivos fueron pueftos con los primeros en un Quartel cubierto, y bien cerrado todos lados: Ilamè à dos, ò tres de los principales, y les preguntè donde fe havia muerto al Español, y nos Hevaron allà al Capitan, y à mì. Havia veinte dias, que havian muerto al Español, y estaba to. davia la tierra teñida de fu fangre, aunque los Barbaros, con un fuego cafi continuo, huviessen hes

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