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en 18 de abril ultimo, sea, pocos dias antes de occurrir la ruptura de relaciones diplomaticas entre España y los Estados Unidos, dirige el Señor Ministro de Estado á las Naciones amigas, exponiendo en fiel relato los hechos ocurridos desde que començó la rebelión en la Isla de Cuba hasta la fecha arriba citada.

Sin ánimo de influenciar en lo más minimo la ilustrada opinion que el Gobierno del Brasil haya formado respecto de los acontecimientos que han precipitado un estado de guerra entre los dos paices, me permito llamar la attencion de V. E. en lo que toca al contraste que ofrece la conducta moderada y conciliadora de mi Gobierno, durante las negociaciones, con la observada por la República del Norte.

No escaparà, ciertamente, al alto criterio con que V. E. juzga los asuntos internacionales, el sentido franco y definido que inspiró la nota de Mr. Richard Olney, ex-Secretario de Estado de los Estados Unidos fechada en 4 de Abril de 1896, ni tampoco dejará de ver la actitud justa y correcta del Gobierno de S. M. resistiendo à las exigencias de una politica agresiva y apasionada, que pedia la abdicación de la soberania por parte de España en territorios descubiertos, poblados y administrados por ella.

Aprovecho esta oportunidad para reiterar á V. E. las protestas de mi mas alta consideración.

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Desde el comienzo de la actual insurrección cubana, en febrero de 1895 se puso de manifiesto el auxilio moral y material que la misma recibia de los Estados Unidos, De las costas norte americanas han salido

numerosas expediciones filibusteras

en Nueva York ha funcionado

una Junta que, publicamente, se proclama organizadora de la rebelión; en actos semi-oficiales se ha paseado la bandera de la pretendida República Cubana; se han autorizado empréstitos para los rebeldes; se ha publicado periodicos, libros y folletos contra España y se han empleado, enfin, otros varios medios de favorecer la lucha fratricida.

En abril de 1893 el Presidente Mr. Cleveland, por conducto de su Secretario de Estado Mr. Olney, ofreció á España sus buenos oficios para restaurar la paz en Cuba. No creyó el Gabinete presidido por el Sr. Canovas que podia aceptarlos; pero expresó al de los Estados-Unidos su gratitud y su propósito de ampliar el régimen politico, encareciendoles la conveniencia de ayudar á la pacificación.

Mientras se hacian tan amistosos ofrecimientos, continuaban las expediciones filibusteras. Sin embargo, es deber de justicia reconocer que, durante la Administración de Mr. Cleveland, los abusos y las intrusiones, genéricamente considerados, no llegaron á adquirir las proporciones que alcanzaron más tarde.

A los tres meses de ocupada la Presidencia por Mr. Mac Kinley, se decidió la nueva administración á formular, en nota de 26 de junio de 1897, acres censuras contra la manera como se conducia la guerra en Cuba. El Gabinete del Sr. Canovas dió cumplida respuesta á las acusaciones formuladas por Mr. Sherman, rechazando los cargos de inhumanidad y crueldad que se atribuian al ejército español, y haciendo resaltar los hechos de inusitado rigor que ocurrieron en los Estados Unidos durante la guerra de Secesión.

La llegada de Mr. Woodford, como Ministro

Plenipotenciario

de los Estados Unidos, señala un nuevo periodo en nuestras relaciones con aquella República. Desde [sus [primeros actos oficiales pudo traslucirse que el nuevo Representante de Norte America traia instrucciones para abordar el problema de Cuba con animo de obscurecer ó limitar la soberania española. En su primera Nota oficial de 23 de Septiembre de 1897, indicó ya esta idea, haciendo constar que era, en sentir de su Gobierno, ilusoria la esperanza de que pudiesen mantenerse entre la Peninsula y Cuba relaciones que, ni remotamente, se asemejaran á las que en un tiempo médiaron

entre la Colonia y su Madre Patria. Por eso, sin duda, al ofrecer de nuevo en esta occasión los Estados Unidos sus buenos oficios para terminar la guerra, no se refirieron ya, como terminantemente lo hizo Mr. Olney, al decidido propósito de respetar en Cuba la soberania española.

Ocurrida la crisis politica, el dia 5 de Octubre, encontróse el actual Gabinete español en el apremio de contestar á la Nota de Mr. Woodford.

Cumplió con este deber el 23 del mismo mes de Octubre, haciendo resaltar la situación ventajosa en que se encontraba el Gobierno liberal para resolver el problema cubano, por su arraigada confianza en el planteamiento de la autonomia, que por un dichoso concurso de circunstancias resultaba ser el mismo sistema propuesto por los Estados Unidos.

En efecto, el Presidente Mr. Cleveland, en Mensaje de 7 de Diciembre de 1896, dijo que « si España ofreciese a Cuba una cantidad de verdadera autonomia que, al paso que conservase la soberania española, satisficiese las exigencias racionales de sus subditos, no habria justo motivo para que, sobre esta base, no se efectuara la pacificación de la Isla ».

El Gobierno español no podia imaginar que, tan terminante declaración del Presidente de los Estados Unidos, fuera desconocida y hasta contrariada por su sucesor inmediato.

El 25 de Noviembre se publicaron, pues los Decretos otorgando el nuevo régimen autonómico á Cuba y Puerto Rico, y con anterioridad habia marchado á Cuba á plantearlo y continuar las operaciones militares el ilustre General Blanco, cuyo nombramiento mereció favorable acogida de propios y extraños.

El Presidente de los Estados Unidos, en su Mensaje de 6 de Diciembre de 1897, y Mr. Woodford, en su Nota de 20 del propio mes, reconocieron la importancia del cambio efectuado, asi como la lealtad y expontaneidad con que procedia el Gobierno de S. M.; pero uno y otro cuidaron también de insinuar que habia de juzgarse el plan por sus efectos, y que, por lo tanto, sólo podia esperarse de los Estados Unidos benévola espectación, hasta que en

un futuro próximo se conociera si se habian realizado las indispensables condiciones de una paz justa á la vez para España y Cuba, y equitativa para los Estados Unidos.

Descúbrese en la reserva con que se acogió el nuevo régimen autonómico el plan preconcebido de inutilisarlo y darlo por fracasado para realizar las codiciosas y tradicionales ambiciones norte ameri

canas.

Inaugurase el año 1898 con la constitución del primer Gobierno insular de Cuba. No tardaron en sentirse los beneficiosos y esperados efectos. Muchos y valiosos elementos que voluntariamente habian emigrado de Cuba regresaron á sus hogares; en las filas insurrectas comenzó la desunión y la duda; se verificaron importantes presentaciones, y tal desconcierto se produjo en las huestes rebeldes, que resultó preciso, a sus Jefes, imponer ejemplares y severos castigos y amenazar con la pena de muerte á los que intentasen presentarse. Desde este momento aparece también más pronunciado el cambio en la actitud de los Estados Unidos.

Un motin ocurrido en la Habana, en los primeros dias de Enero, que para nada se relaciona con la colonia americana de aquella ciudad, sirve de pretexto para enviar el Maine á la capital de Cuba, sin mais prevención que un aviso trasmitido pocas horas antes de su llegada, y desde la misma fecha se apresta la escuadra de Norte America, y se hacen preparativos bélicos con el indudable fin, ó, cuando menos, con la consecuencia inevitable de reanimar el decaido espiritu de los insurrectos ante la eventualidad de un conflicto internacional.

El auxilio á los reconcentrados cubanos, generosamente tolerado por España, sirve también de pretexto para mandar diferentes barcos á los puertos de la Isla; y aunque el Gobierno de S. M. evita que, por punto general, el envio se verifique en buques de guerra, no por eso deja de traslucirse el fin molesto que se persigue por el americano.

Entretanto, y con fecha 1o de febrero, contesta el Gobierno de S. M. á la segunda nota de Mr. Woodford, de 20 de dicembre anterior, y al combatir erróneas afirmaciones sobre la neutralidad, establece la verdadera y leal doctrina de los deberes de la amistad

internacional, reivindicando los derechos de España y dirigindo un nuevo llamamiento á los Estados Unidos para que cooperen á la obra de paz, de justicia y de autonomia emprendida por el Gobierno español en Cuba.

El incidente de la publicación de una carta privada del Ministro de España en Washington, Sr. Dupuy de Lôme, resuelto por el Gobierno de S. M. admitiendole la dimisión de su cargo, y la terrible catástrofe de la voladura del Maine, han sido hábilmente explotados para provocar un conflicto entre España y los Estados Unidos.

No bastó á contener la infame calumnia que atribue á España responsabilidad en la horrible catástrofe del Maine el caritativo impulso con que autoridades y particulares atendieron á las victimas. La Comisión naval americana se negó á practicar sus trabajos de averiguación á la par y conjuntamente con la española, y no permitió á ésta fundándose en la extra-territorialidad del barco, que penetrara en el interior del mismo y practicara reconocimientos.

Por su cuenta, y atenta á salvar la responsabilidad del commandante y oficiales supervivientes, informa en el sentido de que la explosión ha sido producida por una causa exterior, la cual, naturalmente, excita los ánimos y engendra contra España tan enconados como injustificados rencores. El Presidente de la República, sin querer tratar el asunto de Gobierno a Gobierno, y sin esperar siquiera à recibir el informe español, que sustenta la tésis contraria, esto es, que la explosión fué motivada por incidentes ó hechos interiores, eleva el asunto á las Camaras, donde, como era de prever, produce un desbordamiento de las pasiones. Sin embargo, el Gobierno español, seguro de que ni á él, ni á sus funcionarios, ni siquiera á ninguno de sus súbditos, alcanza responsabilidad en tan lamentable desgracia, ha mostrado y continúa mostrando su serenidad, y ha ofrecido someter el caso á la decisión de uno ó varios árbitros imparciales, pronto á aceptar el fallo que estos dicten.

El decidido propósito de explotar la voladura del Maine como médio de agitar las pasiones politicas, queda por lo mismo claro y patente desde el momento en que no se acepta la noble y honrosa proposición formulada por España de someter el asunto á un árbitraje.

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