Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Y cerrando tras si la macisa puerta desapareció como una sombra eu aquellas lóbregas galerias.

-Maldicion sobre tí !-gritó Mario con un ahullido precipitándose á la puerta y haciendo esfuerzos por abrirla.

V.

Bajo los cimientos del solitario palacio, en un salon subterráneo de forma circular y alumbrado por una grande lámpara de bronce suspendida en lo alto de la bóveda, sentado en un sitial de púrpura y ceñido el pecho con la banda azul recamada de oro del maestro mason, Octavio presidia una imponente asamblea. Veíanse allí reunidos jóvenes patricios representantes de los nombres mas ilustres de Venecia, viejos guerreros que habian encanecido buscando en todas las batallas de Europa la libertad de Italia, mensajeros de otras asociaciones y proscritos en fin que deseando respirar el aire de la patria venian á pedirlo á las entrañas de la tierra.

-Sí, nobles hermanos,-decia Octavio con acento enérjico é inspirado-confiemos la libertad de nuestro pais al solo esfuerzo de nuestro brazo. Nuestra fé y la

justicia de la causa nos darán el triunfo. Toda intervencion estranjera es vergonzosa.... .. rehusémosla pues, y, vosotros, honorables emisarios, decid á nuestros hermanos de Nápoles y de Milan que esta es la última vez que nos reunimos para deliberar, que vamos á decir adios á las tinieblas de estos antros, asilo por tanto tiempo de nuestra existencia proscrita y que nuestra próxima asamblea será en la plaza de San Marcos, con las armas en la mano, á la luz de nuestro hermoso sol. Viva la ¡ Italia!

-¡Viva!!!-respondieron con frenético entusias

mo las quinientas voces de los congregados.

De repente una mujer vestida de blanco, pálida y desmelenada se precipitó en el subterráneo y mirando en torno con espanto:

-Estevan de Landoberg..!-esclamó-huid, que vuestra vida está en peligro !

A aquellas palabras alzóse un hombre y sacando del seno una pistola que llevaba oculta la descargó. En el mismo instante abriéronse todas las entradas del subterráneo y el salon se llenó de soldados austria

COS.

-En nombre del emperador-gritó adelantándose hácia Octavio aquel que habia dado la señal-os intimo que os rindais. Estais desarmados y toda resistencia será inútil.

-¡ Italianos-esclamó Octavio con magestuosa resolucion-¿quereis languidecer oscura y lentamente en

los calabozos austriacos ó morir con gloria llevando el dulce sabor de la venganza?

que

-Muramos!-respondió una inmensa aclamacion atronó los ámbitos del subterráneo.

-Muramos-repitió Octavio oprimiendo un resorte oculto en el respaldo del sitial.

Oyóse entonces un horrible crujido y abriéndose el pavimento por su centro, hundiose y desapareció arras-` trándolo todo consigo y dejando solo en lugar suyo un a bismo negro, silencioso y profundo en cuyo borde vinieron á estrellarse con lúgubre murmullo las olas del Adriático.

De todo lo que existia y se agitaba allí un momento antes nada quedó sino la grande lámpara que pendiente de la bóveda alumbraba cual una antorcha funeral aqueIla escena de muerte.

VI.

En ese momento un hombre jadeante y con los vestidos en desórden ponia el pié en la última grada de la cscalera que conducia al palacio. A vista de la horrible catástrofe detuvose pálido como un espectro y fijó largo tiempo en el abismo una mirada indescribible.

-Dios lo ha querido !-esclamó-Todo lo que yo amaba en este mundo yace allí aniquilado. Italia! Héme ya tuyo enteramente. Ante esta inmensa tumba donde se han hundido mis esperanzas y todos los vínculos que me unian á la vida, juro libertarte ó morir

[ocr errors]

Y sin embargo-continuó el desconocido con voz surda-ese hombre no ha cumplido su voto. La Italia ha vuelto á caer en la esclavitud y él vive todavia, porque la muerte lo ha rechazado en todas partes. Las balas destinadas á su cabeza, han caido sin fuerza á sus pies, el

« AnteriorContinuar »