Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Y tomándome en sus brazos me llenó de besos y de

lágrimas.

El anciano despues de haber quedado largo rato pensativo, preguntó con inquietud á mi madre:

Dónde está él ahora?

-Fué-respondió ella-á desempeñar en Buenos Aires una de las misiones con que vino á América, y han pasado dos años sin que yo tenga noticias suyas. ¡Ay! padre mio, ¿es de mi amado Fernando, de mi bello conde de Camporeal, de quien me hablan mis funestos sueños y esos mil incidentes de mal agüero que se multiplican en torno mio?

--¿Con que amas mucho á ese español?-preguntó el indio con amargura.

Si le amo!-respondió mi madre con acento apasionado. Mi corazon, mi alma, todo mi ser le pertenece; y para aumentar su felicidad habria querido que Dios doblara cada una de sus facultades.

El indio fijó en mi madre una mirada de tierna y dolorosa compasion, murmurando tristemente....¡ Ella tambien, como sus abuelos, debia caer en los lazos que esa raza impía tiende á nuestros sencillos y afectuosos corazones!

En vano seria, desventurada hija del Cuzco, que yo te descubriese el sombrío porvenir que leo en este momento sobre tu frente y la de tu hijo, porque nadie puede huir de su destino, y ademas la voz del amor, dulce y sonora, cubriria la voz trémula, aunque inspirada, del anciano.

delante de una de las rejas doradas de un palacio, paseó suavemente sus dedos por la celosía de alambre.

La celosía se entreabrió.

-¿ Hernan ?—dijo una voz dulce y armoniosa como las cuerdas de una lira. Y al mismo tiempo apareció el bellísimo rostro de una jóven engastado en negros y largos rizos sembrados de jazmines y aromas.

[ocr errors]

Rosa! amada mia, no temas, soy yo-respondió con apasionado acento el embozado, estrechando contra su pecho la mano blanca y fina que la jóven le alargaba. -¡Oh! ¡ cuánto has tardado esta noche !-dijo ella suspirando-Yo contaba los segundos por los latidos de mi corazon; pero eran estos tan precipitados que me parece haber vivido siglos desde las once.

Y abriendo enteramente le celosía, se puso de rodillas en el antepecho de la ventana para mirar de mas cerca á su amante, cruzando por fuera de la reja dos brazos torneados y blancos como el alabastro, con esa mezcla de infantil confianza y de gracia voluptuosa peculiar solo á nuestras vírgenes americanas, á quienes la influencia de nuestro ardiente sol, sin quitarles nada de la inocencia adorable de la niñez, les dá con todos sus refinamientos, las seducciones de la mujer.

Aquel á quien ella llamaba Hernan, contemplaba en un éxtasis doloroso el rostro encantador que casi tocaba al suyo.

-¡ Rosa! ¡ adorada mia !-la dijo-nunca te vi tan hermosa como en este momento; nunca tus ojos han res

plandecido con tan divino fuego, ni tu dulce voz ha tenido jamás sonidos tan mágicos para mi corazon.

-Y sin embargo vas á alejarte de mí, á abandonarme á las persecuciones insoportables de ese odioso Ramirez, que escudado con la aprobacion de mi padre, de quien es amigo y colega, me considera insolentemente como su propiedad futura, sin contar para nada con mi voluntad. Pero yo les haré conocer la energía de esa voluntad con que no cuentan; y si tu me abandonas en la lucha terrible que voy á sostener, mi valor no me abandonará al ménos. Guarda, pues, ese fatal secreto que rehusas confiar á tu amante, y que, puesto que te prohibe el pedir á mi padre el corazon que su hija te ha dado, será quizá algun vínculo que te liga á otra....

La voz de la bella jóven que habia tomado el acento firme de un adolescente, descendió á estas palabras, á un diapason dulcísimo, perdiéndose en un largo sollozo.

[ocr errors]

Rosa! angel mio! no aumentes con tus lágrimas la horrible amargura que inunda mi corazon. ¡Ay! yo dilataba el momento de destrozar el tuyo con el peso de mi secreto, pero pues ha llegado la hora

... •

¡ sea!.... ¿Quieres saber quien es este Hernan á quien conociste en aquella corrida de toros sentado al lado del virey? Este Hernan de Camporeal educado con los hijos de los grandes de España, es el descendiente de esa raza proscripta que vosotros, sobre todo tu padre, mirais con tanto desprecio, despues de haberla destronado y de haberos engrandecido con sus riquezas; el que te ama á tí,

hija del orgulloso oidor Osorio, el que prefieres al poderoso y magnífico oidor Ramirez, es el hijo de una india; es un desventurado que nada posee en el mundo aunque su pié huella quizá los tesoros que sus padres confiaron á las entrañas de la tierra para sustraerlos á la sanguinaria codicia de sus tiranos.

Hernan se interrumpió, fijando en su amada una mirada penetrante, como si quisiera leer en el fondo de su alma. Pero ella habia cruzado las manos sobre su pecho y lo contemplaba extasiada.

-¡Qué escucho!—exclamó—¡ Hernan el elegido de mi corazon, es un hijo de los incas! Oh! yo lo habia presentido! ¿De dónde venia esa emocion profunda que aun antes de conocerte sentia yo al solo nombre de Manco Capac ó de Atahualpa? Se hubiera dicho que entre mi corazon y el sepulcro olvidado de esos héroes, mediaba una fibra palpitante, por la cual el calor juvenil de mi sangre comunicaba con sus heladas cenizas. Entonces yo atribuia ese sentimiento estraño á las vehementes simpatías de la juventud, aun por seres desaparecidos despues de siglos; pero era el presentimiento de mi amor. Mas dime, Hernan, aunque mi padre mire con desprecio el linaje de tu madre, ¿en qué perjudica esto á nuestro amor, pues que el noble conde de Camporeal la hizo española dándole su nombre?

bras.

La altiva frente de Hernan palideció á estas pala

-Oh! santa madre mia! esclamó elevando al cielo.

una mirada de amor infinito-ese nombre que te rehusaron, por noble que sea, todavia no era digno de tí: él no podia aumentar el brillo de la aureola de virtudes, de honor y de heroismo que rodeaba tu frente. No! Rosa, mi madre no llevó nunca ese nombre: una atroz injusticia le privó de él. Oh! si eso hubiera sido lo único que le robó.... Escucha su historia, amada mia, cuyo corazon es el único digno de comprenderla, tú á quiến ella me ha enviado del cielo para reemplazarla en la tierra.

« AnteriorContinuar »