La literatura argentina desde la conquista hasta nuestros días: seguida de un estudio sobre la literatura de los demás paises hispano-americanos. Primera parte, Página 1

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Impr. M. Biedma, 1905 - 246 páginas
 

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Página 115 - Cuando la tarde se inclina sollozando al occidente, corre una sombra doliente sobre la pampa argentina. Y cuando el sol ilumina con luz brillante y serena del ancho campo la escena, la melancólica sombra huye besando su alfombra con el afán de la pena.
Página 146 - Hay hombres que de su cencia tienen la cabeza llena; hay sabios de todas menas;-" mas digo, sin ser muy ducho: es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas.
Página 135 - ¡ahijuna!, Como creo que no hay otro, Capaz de llevar un potro A sofrenarlo en la luna. ¡Ah criollo! si parecía Pegao en el animal, Que aunque era medio bagual, A la rienda obedecía De suerte, que se creería Ser no sólo arrocinao, Sino tamién del recao De alguna moza pueblera.
Página 147 - Procuren de no perder ni el tiempo ni la vergüenza ; como todo hombre que piensa procedan siempre con juicio, y sepan que ningún vicio acaba donde comienza. Ave de pico encorvado le tiene al robo afición ; pero el hombre de razón no roba jamás un cobre, pues no es vergüenza ser pobre y es vergüenza ser ladrón.
Página 52 - Entonces como premio del hospedaje santo Naturaleza en ellos su trono levantó, Dorado con las luces de la primer mirada, Bañado con el ámbar del hálito de Dios. Y derramó las rosas; las cristalinas fuentes, Los bosques de azucenas, de mirtos y arrayán ; Las aves que la arrullan en melodía eterna, Y por su linde ríos más anchos que la mar. Las sierras y los montes en colosales formas Se visten, con las nubes, de la cintura al pie: Las tempestades ruedan, y cuando al sol ocultan Se mira de...
Página 132 - El Cantor anda de pago en pago, "de tapera en galpón", cantando sus héroes de la pampa perseguidos por la justicia, los llantos de la viuda a quien los indios robaron sus hijos en un malón reciente, la derrota y la muerte del valiente Rauch, la catástrofe de Facundo Quiroga, y la suerte que cupo a Santos Pérez.
Página 65 - Cada vez que en la cumbre desolada De la ardua cordillera, Y tras hondo angustioso paroxismo, Como caliente lágrima postrera, Brota de las entrañas del abismo Misterioso raudal, germen naciente De turbio lago, caudaloso río, Ronca cascada...
Página 12 - No quede seno que a tu excelsa mano deudor no se confiese. Tú las sales derrites y tú elevas los extractos de fecundos aceites; tú introduces el humor nutritivo, y suavizando el árido terrón, haces que admita, de calor y humedad, fermentos caros. Ceres de confesar no se desdeña, que a tu grandeza debe sus ornatos.
Página 11 - Augusto Paraná, sagrado río primogénito ilustre del océano, que en el carro de nácar refulgente, tirado de caimanes, recamados de verde y oro, vas de clima en clima, de región en región, vertiendo franco, suave frescor y pródiga abundancia...
Página 146 - Al que es amigo, jamás lo dejen en la estacada; pero no le pidan nada ni lo aguarden todo de él: Siempre el amigo más fiel es una conduta honrada.

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